jueves, 14 de abril de 2011

El camino de la plenitud - Annie Marquier

Prefacio 

Me  dijo  el  abedul:  Estoy limitado  en  la  forma,  pero  no  en  el espíritu. Si miras bien, verás a Dios entre mis ramas, en mi  tronco y en mis hojas. Pero lo que ves oscurece tu visión. Lo que  tú ves actúa como un velo que te impide ver realmente. 

Lo que ves no es más que el reflejo de tu propia inconsciencia, y lo será mientras  sigas  atado  a  tu individualidad,  mientras  no hayas entregado  todo  tu  ser  a  las estrellas,  mientras  pienses  que todavía puedes existir. 
Existir,  la  gran  ilusión.  Tú  no  existes,  yo  no existo,  ninguno de  nosotros  existe.  Sólo cuando  seamos  conscientes  de  la no  existencia  podremos  ver  realmente.  Aunque,  cuando  se llega a ese punto, ya no hay persona alguna que ver porque ya no hay distancia entre el que ve y el  que  es  visto,  ya  no  hay nada  que  ver,  nada  que  experimentar,  hay  existencia  común  y simultánea. Sólo está la libertad última, la libertad de ser y de ya no existir. 


¿Por qué quieres distanciarte? ¿Por qué quieres separarte? ¿Para asumir  tú solo  la responsabilidad  de  todas  las  prerrogativas  del  Universo?  El  Universo  no  lo  permitirá.  Si  lo haces,  también  tú  te  perderás,  y  serán  vanos  tus  intentos  de  volver  a  encontrarte.  Sólo obtendrás sufrimiento, desesperación y muerte. 
Y, así, morirás a menudo a ti mismo, hasta el momento en que, habiéndolo abandonado todo, incluso el sentido de tu propia individualidad, acabes encontrando… el abedul que yo soy… en ti. 

(Extraído del libro y autor que aparece en el título de este escrito)



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